Estamos conscientes que la niñez marca la vida del adulto futuro, por cuanto muchas experiencias de vida pasada se proyectan en el comportamiento de toda persona, sea joven o adulta.
También sabemos que la niñez es más breve, que otras etapas del ciclo de vida y que los niños viven el presente, confían, son alegres y juguetones por naturaleza, aman a sus padres, se saben y sienten pertenecientes a un determinado núcleo familiar, lo que no obsta a compartir con sus pares y a superar cualquier problema y dificultad con mayor prontitud y capacidad de perdón y olvido.
Con razón, pide Jesús que seamos como niños, que tengamos esa docilidad y espíritu, esa limpieza de alma y su gran capacidad de amar, de ser esperanzados, de confiar en un mundo mejor.
En este mes de la solidaridad, el recuerdo del Padre Alberto Hurtado, nos lleve también a acoger a esos niños y niñas de la calle o a quienes no tienen quien les brinde cariño y amistad.
Para los niños de Chile y del mundo entero, nuestro abrazo y deseos de PAZ Y BIEN .